En invierno, siempre aprovecho para buscar nuevos espacios, dónde hacer sesiones de fotos de familia en exteriores. Nunca había trabajado cerca del agua, porque lo asocio más a la playa, y la verdad es que no vamos tampoco a los numerosos embalses de los alrededores de Madrid. Mis mellizos odian el agua y me dan unos veranos de película de terror, así que me conformo con ir a la playa cuando hace calor y no mucho más.
Llevo tiempo con el gusanillo de hacer fotos cerca del agua, en ríos y embalses. Añadir ese efecto de reflejo, esa luz que rebota el sol de tarde, o simplemente la presencia del agua en la foto, es algo que me llama mucho últimamente. Así que por fin, con la tregua de los mocos y las gélidas temperaturas del invierno, he podido salir con mi familia, para investigar el potencial de los que me quedan más cerca.
Todavía no tengo revisado ni el 10%, pero los primeros hallazgos me han inspirado. Como iba muy dispuesta a aprovechar esa excursión para mi propia familia, me llevé todo lo necesario para poder salir en alguna foto con ellos.
Me encantan los tonos del campo en invierno. Ese color grisáceo y seco, crea a mi gusto, una tela de fondo perfecta para destacar una bonita sesión de familia, con ropa colorida o más neutra como fue nuestro caso.
¿Te apetece una sesión así de bonita? Reserva cuanto antes tu plaza. El invierno se acaba y todavía no sufrirás los efectos del molesto polen. Es el momento perfecto.