Yo soy fotógrafa de niños y no me queda más remedio que buscar mil astucias para que los niños no se estresen ni se cierren en banda en cuanto saco mi cámara. Y no siempre es tarea fácil. Hay que darles su espacio, alicientes para que quieran entrar en el juego, autonomía para que salga su verdadero yo y tantas otras cosas dependiendo de la personalidad del pequeño.
Todo eso está muy bien, pero cuando son tus propios hijos, y ya les has engañado y sobornado de mil maneras, puede resultar tarea imposible ponerles delante de la cámara. A menos que sea cuando ellos quieran. Entonces suceden cosas fantásticas.
El domingo pasado aprovechando el día lluvioso, sacó mi hijo las ceras pintacaras y nos pusimos a jugar. Pintado de payaso por su padre, se metió en el papel y fue desarrollando un personaje que tuve el placer de fotografiar.
Esta mini sesión improvisada ilustra muy bien lo que busco en las sesiones con niños; dejar salir lo que los niños tienen dentro.
En este caso, mi payaso era algo terrorífico pero en eso está mi hijo ahora, en el miedo, los monstruos, los malos y así lo expresa siempre que puede.
Me encantó poder retratar su expresividad.